¡Hola
a todos de nuevo!
Tercera
semana de talleres y seguimos. Bien y satisfechos de cómo se va
desarrollando todo, aunque por supuesto no exentos de problemillas y
dificultades “imprevistas” que, eso sí, capeamos de la mejor
manera posible… y adelante.
Los
críos cada vez se muestran más receptivos, participativos y
relajados con nosotros, lo que incrementa su implicación y mayor
respuesta ante nuestras didácticas y TPC (“Trabajos para casa”,
en lenguaje mozambicano;
es decir, nuestros “Deberes” de toda la vida). Hasta el momento,
hemos trabajado tres temáticas:
-
Derechos de la Infancia – Derechos de la Mujer. Igualdad de género.
-
Abuso de Menores - Abuso sexual. Prevención y Protección.
-
Tráfico de menores. Explotación, violencia y abandono.
Virginia de Maria, formadora de nuestro proyecto.
Quiero
destacar el gran apoyo que estamos teniendo de los profesores,
pedagógos y directores de las escuelas a los que admiro por su
vocación y dedicación a la docencia, en unas condiciones que no sé
cuántos de nosotros soportaríamos. Es por ello, que el post de hoy
lo voy a dedicar a ellos, a los maestros de Pemba, para que ahí,
donde estáis vosotros, se entienda un poco mejor el porqué de la
aún baja calidad educativa de Mozambique.
Son
varios los problemas, pero empecemos por el más evidente: sus
bajísimos salarios. Según me explicaba la directora Bernadeta João,
en su Escuela Primaria Eduardo Mondlane, ubicada en la aldea de
Maringanha, tiene dos tipos de maestros: los que tienen un nivel de
formación y experiencia Básico, que perciben 4.600 meticales/mes
(131€) y los de Nivel Medio, con un salario de 5.400Mt (154€).
Ella como directora tiene un sueldo de 6.150Mt (178€) más un 30%
de subsidio técnico porque compagina el cargo también con el
trabajo de profesora, formada desde el 98, con lo cual su salario
mensual es de 8.300Mt (237€).
La directora Bernadeta João en su oficina de la Escuela Eduardo Mondlane.
Estos
ínfimos emolumentos obligan, en muchas ocasiones, a que el profesor
tenga un segundo empleo para garantizar la manutención de sus
familias, que a veces se solapa con el horario escolar lo que provoca
entonces su absentismo o falta de asiduidad a las aulas. Asimismo, en
determinados periodos del año, algunos de ellos deben también
dedicarse a la agricultura, ya sea a nivel personal de subsistencia o
remunerada, con lo que por ejemplo en época de siembra es bastante
común que no aparezcan por la escuela.
Otro
factor, en este sentido, es el retraso con el que reciben su ya de
por sí escaso salario, especialmente si son nuevos. Bernadeta me
contaba como anécdota que cuando ella se formó y graduó se
incorporó a una escuela de un distrito de la región de Zambezia y
que durante todo un año escolar, 12 meses, no cobraron y era la
gente de la comunidad las que les daban comida y dónde dormir. Ese
problema persiste aún hoy y, por ejemplo, a un profesor licenciado
–son 4 años y se incorporan a Educación Secundaria o Superior- le
corresponde un salario de unos 14.000Mt (400€) que, sin embargo,
por lo general no comienzan a percibir hasta pasados uno o dos años
de ejercicio.
Ante
esto, una se pregunta, les pregunta, que entonces ¿por qué siguen o
deciden ser profesores? Para la mayoría con los que he hablado es
una cuestión “de
vocación”
y por supuesto “de
servir al pueblo mozambicano”
y los más jóvenes, como Jackson Prios, de 23 años, que ejerce su
primer año como profesor, lo explica así: “Yo
también fui alumno y me gustaba aprender, y doy gracias al Estado
por haber tenido la oportunidad. Entonces, ahora lo que yo sé quiero
enseñárselo a los niños como antes hicieron conmigo, porque
nuestros niños son el futuro de Mozambique y de momento sí me
compensa a pesar del poco dinero”.
El profesor Jacson Prios con sus alumnos de la aldea de Maringanha.
Sentimiento
compartido por todos los que siguen dando clase día tras día,
aunque como advierte
una
maestra de 4º de Primaria de la escuela de Alto Gingone “hay
que incentivar al profesorado para que no pierda moral y rinda bien
porque trabajar con niños no es fácil, las condiciones son duras y
tenemos una media de 60 alumnos o más por turno”.
Y, sobre este último punto, dado los bajos sueldos, añadir que hay
profesores que asumen encargarse de dos y tres clases para aumentar
su salario, lo que provoca un rendimiento más bajo en los últimos
turnos y que la calidad de la enseñanza se resienta.
Profesoras en su aula bajo el árbol. Escuela de Alto Gingone.
La
escasa formación y la falta de homogeneidad –hay diversos modelos
educativos en todo el país- es otro problema. Según diversos
estudios, cerca del 42% de los profesores de Primaria y el 31% de
Secundaria no tenían ningún tipo de preparación pedagógica. El
Gobierno es consciente de ello y durante la apertura del curso en
enero pasado, el ministro de educación, Zeferino Martins, además de
asegurar que se continuaría apostando por el derecho a educación
básica y obligatoria hasta 7º (ciclo de Primaria) declaró como
principal reto para 2012 “mejorar
la calidad de la enseñanza”.
Profesora en su aula masificada de alumnos. Escuela de Mahate.
Para
ello, una de las medidas adoptadas a nivel experimental en tres
institutos de formadores –uno de ellos el Alberto Chipande, aquí
en Cabo Delgado- es la introducción de un nuevo currículo de
formación de docentes de Primaria. “Este
currículo
–declaró el ministro al periódico “Noticias”- basado
en competencias, pretende formar profesionales competentes, con un
elevado espíritu patriótico y capaces de analizar situaciones
complejas, reflexionar sobre las prácticas pedagógicas, y saber
elegir y tomar decisiones”.
Sobre
Secundaria, Martins anunció la intención de “sustituir
por técnicos de nivel superior los cerca de 40% de docentes que
ejercen sin el nivel adecuado”.
Aunque
no habló nada -o yo no lo he visto publicado por ninguna parte-, de
un aumento salarial terminaré con los “desafíos”
que el Gobierno mozambiqueño espera asuman los profesores: “Mejora
de la calidad de la enseñanza, preservación de la unidad nacional,
el mantenimiento de la paz, profundizar en la Democracia, el respeto
por los Derechos Humanos, la preservación de la cultura
mozambiqueña, y combatir el asedio sexual y la discriminación
infantil por ser portadores de HIV/Sida”.
Y
es que citando al recordado Samora Machel, primer presidente de la
República de Mozambique: “La
escuela es un farol que ilumina la noche”.
Um beijo e
até já Pemba.
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