12 de Diciembre de 2012: Vuelos, llegadas y menús navideños de lujo en Pemba

 ¡Hola, hola a todos! ¡Ya estamos aquí!
 
Tras mes y medio de parón en el blog, retomamos de nuevo nuestra cita a través del ciberespacio y físicamente otra vez en Pemba para iniciar una II Fase de nuestro querido proyecto. Volví a Mozambique hace apenas una semanita y dado que estos primeros días son más bien de ocupaciones logísticas, organizativas y administrativas varias, no muy atractivas fotográficamente; pues me vais a permitir la licencia de que este primer post os lo intente hacer más ameno, aunque no os detalle aspectos de lo que vamos a desarrollar este año, que tiempo habrá en los próximos meses.
Y pensando, pensando que os podía contar/mostrar para que os fuerais atrapando de nuevo con cómo vivimos por estas tierras del África austral, pues se me ha ocurrido que antes de nada era enseñaros lo primero que me encuentro yo cada vez que llego con el último de los tres aviones tras las 30 horas de viaje que separan Valencia de la que en tiempo de los portugueses llamaban Puerto Amelia. La vista panorámica desde el aire de la península de Pemba, su preciosa bahía, sus barrios de casas de matope y macute (barro y hojas de palma), sus aguas turquesas y playitas de arena blanca es un espectáculo tan bonito y embriagador, que casi, casi te inmuniza con lo que aún te esperará para poder salir del aeropuerto. Casi, que no todo porque hay que ser consciente de que ya se está en África y los ritmos aquí, ya se sabe…
 Pemba desde el aire. A la izq. la entrada de mar a su bahía, el barrio de Paquite y el puerto. 

Porque si no es suficiente con el cansancio y el sudor acumulado a lo largo de la ruta Valencia-Madrid-Doha (Qatar)-Nairobi (Kenia)-Dar es Salaam (Tanzania) pues aún tendrás que aguantar unas dos horas más dentro del minúsculo edificio del aeropuerto de Pemba, por supuesto sin aire acondicionado y a más de 30 grados, en diversas colas que si del visado, que si de sanidad-vacunación, que si migración y declaración de aduanas, que si recogida de equipaje, supervisión/control de equipaje (a mano e individual, maleta por maleta, nada de escáner)… Total, que cuando llegas en el avión es tarde luminosa y cuando sales es ya noche cerrada; pero bueno sales y, tema importante, no te han perdido ninguna mochila, ni te han requisado nada. ¡Bien!
Aeropuerto de Pemba con un  diminuto edificio para todo y una única pista de aterrizaje-despegue.
¿Y qué haces a continuación? Pues eso, encaminarte desesperada hacía casa imaginando una buena ducha reparadora. Pero mira tú por donde que a mi, por segunda vez consecutiva, me ha tocado llegar y encontrarme con que no había energía –y consecuentemente tampoco agua dado que es suministrada por una bomba eléctrica- En fín, que tengo mucha suerte y estoy convencida de que estas Navidades sí que sí, me va a tocar la Lotería  
Pero ya estamos aquí y un mes de ausencia no da para cambios significativos en el ambiente de Pemba, Nanhimbe, Wimbe… a las que aún no ha invadido la exagerada fiebre navideña de Occidente, seguramente porque estamos en tierra predominantemente de religión musulmana. Aún así, sí comienzan a verse cada vez más, con respecto a años pasados, tiras de espumillones, lucecitas y sencillos arbolitos de plástico, con sus escuálidas varas soportando un par de bolitas, en los restaurantes y hoteles de la playa que viven por y para el turismo.
 Arbolito y Papá Noel a la entrada de una bar y sonrisa navideña.
La semana de Navidad-Fin de Año Wimbe se llenará de turistas sobre todo de Sudáfrica y de Maputo, y algún que otro americano despistado de los que trabajan aquí en Pemba en las concesionarias de extracción de gas natural seguro que también cambiará su tradicional pavo de Navidad por las langostas, camarãos, cangrejos, pulpos, calamares, marisco y pescado a placer que se puede disfrutar aquí, a precios caros para la población local pero asequibles para el que está habituado a pagar en dólares o euros.
 Gambas, langostinos o como lo llaman aquí sencillamente Camarão, riquísimo.

La gente local apenas lo consume. Es un lujo del que saben que pueden sacar el jornal de varios días. Así es que el marisco y pescados como el Papagayo, un espectacular pez de carne blanca y finísimo sabor, sencillamente lo pescan y automáticamente lo venden. Sus comidas, navideñas o no, se limitarán a los pequeños pescaditos y marisco de roca, sin salida en el mercado consumidor foráneo. 
 El pez azul es Papagayo, también los hay rojos, y es especie protegida en otros mares. En Pemba se pesca todos los días.

Y de eso os quería ilustrar visualmente, de los espectaculares frutos del mar y del lujo de menú navideño que degustará cualquier expatriado que pase aquí estas fiestas tan familiares y glotonas. Ya os podéis imaginar, que a saudade (nostalgia) con unas cuantas langostas o una buena cazuela de enormes cangrejos tipo nécoras o con unos camarãos grelhados ao alho, pues se hace mucho más llevadera. Lo sé bien bien.



Pies de foto de izquierda a derecha y de arriba abajo: 
Las mujeres sacan la molla de un tipo de Marisco que recuerda al mejillón pero en triangulo y color nácar.
Una gigantesca Raya pescada con un sencillo anzuelo y mucha habilidad.
Tiburón recién capturado, que en un plis plas trocearán para su venta.
Tremenda Morena capturada por un pescador de Nanhimbe.
Espectaculares langostas las que sacan por estos lares.
Los niños muestran su recolecta de lo que aquí llaman Marisco, lapas y caracolillos que cogen entre las rocas.
Aún me acuerdo de mis primeras langostas, las que me zampé como autoregalo el día de Nochebuena del año pasado que también estaba por aquí, regadas con un mediocre y carísimo “zumo de uva fermentada” made in Africa do Sul. Pero esta vez no me va a pillar el toro –una aprende- y en mi mochila colé bien empacadito un buen vinito blanco para el que ahora sólo espero tener luz para tomarlo bien fresquito.
Beijos a tudos e obrigada por o vosso carinho
Lara
Pemba, 12 de Diciembre de 2012

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