26 de Octubre de 2012: Matrimonios prematuros, una lacra en la sociedad mozambiqueña


¡Hola a todos!
Primera advertencia: lo que os voy a contar hoy, aunque estoy segura de que será interesante, seguramente entristecerá, escandalizará y hasta cabreará a más de uno de vosotros al saber de la realidad que también viven aquí en Mozambique millares de niñas, adolescentes, mujeres en definitiva, a las que la presión social-cultural de su entorno les hipoteca de por vida con matrimonios prematuros y/o forzados.
Segunda advertencia: las fotografías con las que he decidido ilustrar este tema pretenden todo lo contrario. Pretenden alegraros, sacaros una sonrisa y que disfrutéis con la gran belleza, ternura, simpatía y alegría que son capaces de transmitirnos todas estas niñas, adolescentes, mujeres cuando las contemplamos con sus peinados afros o sus vistosos tocados en la cabeza.


Tercera y última, consecuencia de la anterior: no tengo constancia de que ninguna de mis protagonistas fotográficas sufran o vayan a sufrir una unión marital impuesta.
A partir de aquí os contaré que desde hace un par de semanas, exactamente desde el 11 de octubre pasado, con motivo de la celebración del I Día Internacional de la Niña, impulsado por la ONG Plan con el respaldo de Naciones Unidas, aquí en Mozambique están aflorando informes, datos, artículos de denuncia sobre una práctica muy arraigada, especialmente en el entorno rural: los matrimonios de menores.

Mozambique, según estas informaciones, lidera a nivel de la región austral de África la posición de países donde se registran un mayor número de este tipo de uniones y ocupa el séptimo lugar a nivel mundial. Aquí, el 18% de las niñas son casadas antes de los 15 años de edad, a pesar de que la Convención de los Derechos del Niño dice que no es legal; llegando hasta el 60% el porcentaje de niñas menores que se unen o son forzadas a unirse a un hombre antes de cumplir su mayoría de edad.

De ellas, el 40% son madres antes de llegar a los 18, con embarazos de alto riesgo que ponen en riesgo su propia vida. De hecho, se constata que la principal causa de muerte en adolescentes de entre 15-19 años son las complicaciones derivadas del parto.



Otra consecuencia que conllevan estos matrimonios son el inmediato abandono de la escuela por parte de la niña-esposa. Aquí en Mozambique, apenas un 1.5% de las mujeres ha llegado a la Educación Secundaria. La Primaria, que es obligatoria, se terminaría en teoría en torno a los 14-15 años pero la triste realidad es que muchos niños y niñas abandonan antes de llegar a 7ª clase y, en el caso de ellas, dejan de estudiar para casarse o porque se han quedado embarazadas o porque sus familias consideran que ya han aprendido suficiente, y ahora les toca asumir el rol para el que han nacido: ser esposas y madres. Dejando, paralelamente por supuesto, de ser una carga familiar al iniciar su propia familia, que dependerá ya de por vida del marido.

Eso para las menores embarazadas que tienen la “fortuna” de poder casarse con el padre de su futuro hijo —“suerte” en opinión de sus familias, del entorno social y cultural; que no en mi opinión, quiero dejar constancia— . Porque es práctica demasiado habitual aquí, insisto que sobre todo estos casos se producen en el ámbito rural, que cuando una menor ha sido agredida sexualmente, el abusador salda su crimen entregando a la familia de la niña un cabrito y una cantidad de dinero equis, punto y pelota. A la niña, el fetichero de la aldea (una mezcla no muy clara entre doctor de medicina tradicional y brujo) la someterá a “un rito de limpieza” y todo olvidado socialmente. El futuro niño, de haberlo, será responsabilidad de su niña-madre que trabajará o tendrá que hacer lo indecible para sobrevivir en un entorno de pobreza y miseria absoluta. Y si esa niña-madre, con el tiempo, logra casarse con otro hombre, entonces lo que suele acontecer es que ese nuevo hombre repudiará a ese hijo que no es suyo. Carne de cañón, como suele decirse.

En fín, no os voy a hacer más mala sangre, que tampoco era mi intención. Mi reflexión final es que tomando conciencia de realidades así, una aún está más convencida de que si queremos contribuir a cambiar y desterrar todo aquello feo que perjudica a la infancia y al futuro de este planeta en el que todos habitamos, hay que apostar por la Educación y por supuesto en la inversión preventiva en ellas, en las niñas, en las mujeres. No sólo en ayuda a posteriori para combatir la pobreza. La Educación es prevención. Y un Derecho Fundamental de todo ser humano.
Até a próxima
Lara
Pemba, 26 de Octubre de 2012

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