7 de Junio de 2014: Los beneficios personales de nuestra Tienda Justa y Solidaria

¡Hola a todos!

Entramos ya en la recta final de ejecución aquí en terreno, en Pemba, de esta III Fase del proyecto que iniciamos en enero; puesto que en apenas un par de semanas estaré de vuelta por Valencia y llevaré conmigo listas para su entrega las reservas que habéis ido haciendo de los preciosos artículos textiles artesanos que ofrecemos en nuestra Tienda Justa y Solidaria.

Ha sido un semestre muy duro, pero hoy a tiro pasado de lluvias torrenciales, inundaciones, aislamientos, desabastecimiento de agua y energía, enfermedades, zancadillas y trabas gubernamentales, etcétera, etcétera… quiero que compartamos la satisfacción y el orgullo por, sin duda, el aspecto más positivo que han dado estos seis meses intensos de trabajo: la consolidación y buenos resultados de nuestra Área de Codesarrollo de Artesanía Textil, con un equipo de "alfaiates" (costureros) estable, formado e ilusionado, que está mejorando día a día su calidad de vida gracias al proyecto y en el que además hemos logrado incorporar la cuestión de Género al implicar a una mujer.
 Ana Jopanga en octubre pasado con el grupo de costura "Levanta Mulher".

Porque para quien no lo sepa, aquí en Mozambique como en muchos otros países del África Subsahariana, el oficio de la confección es tradicionalmente un trabajo exclusivo de los hombres. Es muy difícil encontrar mujeres que se dediquen a la costura o sencillamente que quieran, se atrevan o les permitan (sus maridos/su entorno social) aprender a coser como medio para ganarse la vida por sí mismas y no depender así del varón. A no ser, claro está, que estén respaldadas por ONGs internacionales que les brinden esa oportunidad.

Y en ese ambiente, a través de la Asociación “Levanta Mulher” que patrocina en Pemba una macro fundación de capital saudí, fue como nos encontramos con Ana Jopanga, natural del distrito rural de Ancuabe y de etnia Macua, que el próximo 25 de junio cumplirá 46 años, viuda desde hace uno y con cinco hijos de los que cuatro siguen con ella a su cargo —el más pequeñito tiene sólo 6 añitos—.

Ella cose en su propia casa, situada en el barrio de Ingonane de Pemba, y con su propia máquina de coser, una manual Singer, que compró a plazos a un precio subvencionado de 2.500MT (unos 62€). Con nosotros, Ana se ha especializado en los artículos que requieren más maña y detalle: coser las fundas de iPad, las riñoneras, los juegos de cocina y las carteritas.

Ana en su casa con sus hijos mayores y dos nietas hace unos meses.

A Ana la conocimos en octubre pasado y fue la única de sus compañeras que desde el inicio apostó por nosotros y nuestro pequeño proyectito. Y nosotros también caímos rendidos por ella de inmediato porque sentimos que sus motivaciones eran sinceras y además eran lo que perseguíamos facilitar. Entre otros “Sueños del Mañana”, Ana nos dijo que quería:

—    “Aprender a coser nuevos productos que después podré vender sola” (carácter de emprendedora, de ser autónoma, de formarse…).

—    “Ganar un salario de forma estable con el que alimentar por mí misma a mis hijos, no tengo que buscar ningún hombre” (independencia, autoestima como mujer…).

—    “No quiero sólo ayuda de dinerosi usted me enseña productos para coser que la gente me puede comprar también me estará ayudando y mucho porque aquí no hay oportunidad de aprender o formarme”.

Y os cuento también que algunas de las grandes diferencias de nuestro sistema de trabajo, frente a otros proyectos en los que los costureros trabajan a comisión por artículo vendido o con paupérrimos salarios mensuales comparados con el precio de venta final del sinfín de  piezas que cosen en un mes, es que nuestro proyecto de inicio ya les paga un precio justo y digno por pieza confeccionada, independientemente de que la vendamos o no. Además, todos los materiales (“capulanas”, cremalleras, cierres, esponja…) los patrocina el proyecto, nuestros costureros sólo aportan su máquina, su voluntad de trabajar y de aprender.

Y uno de los puntos más importantes, al menos para la gente aquí de Pemba, es que respetamos sus ritmos de trabajo condicionados por sus creencias religiosas, la climatología o sus necesidades familiares. Por supuesto, permitimos conciliar su vida personal con el “serviço”. No tenemos a nadie cara la máquina de 7 a 5 porque tenga que cumplir un horario o unos objetivos.  Aquí ellos son sus propios “patrões” (jefes) y a ellos directamente encargamos los productos que les pagamos al precio que se merecen como artesanos que son, los distribuimos nosotros personalmente y sin afán de lucro a un precio medio de 10€, y ese dinero lo volvemos a emplear en comprar telas, encargarles y confeccionar más.

La casa de Ana (al fondo) era como la que se ve a la dcha. de la foto, barro y bambú.
Ahora está toda lucida con cemento, tiene suelo y baranda protectora.
Antes y después. Podéis ver la pared lucida, ventana y puerta nuevas de madera.

Así es como Ana desde enero pasado, que fue cuando ya se incorporó al equipo y comenzó a trabajar con nosotros, hasta ahora mes de junio, ha ido en apenas seis meses mejorando poco a poco su humilde casa, que era como tantas aquí: de bambú, piedras y barro, y techo de“macute” (hoja de palma). La evolución y mejora en su hogar y, por tanto, en su vida y en la de sus hijos ha sido la más espectacular y rápida de todo el equipo. Mujer increíble.

Primero comenzó a lucirla por fuera con cemento para reforzarla y que no se erosionara. Luego le puso ventana y puerta de madera. Otra semana, tal como le pagamos el viernes —nuestro pago es semanal para facilitarles su economía doméstica— vimos cómo entregaba parte del dinero a su hijo Fredi, de 22 años, el mayor de los que vive con ella, para que fuera a por más sacos de cemento con los que hacer el suelo de la casa, que era de arena. Después alquiló una máquina de hacer “blocos”, porque así salen más baratos que comprarlos (de un saco de 25kg de cemento sacan unos 60 bloques de hormigón), y se ha hecho una funcional baranda que le aísla su hogar del agua y la arena del“quintal”…

Su último sueño para su casa, que inició ayer mismo cuando cobró, es que quiere añadirle un cuarto de baño donde, al menos ya de entrada, poder lavarse con intimidad ya que la letrina abierta que tiene en el patio —cercada sólo con bambú y plástico negro— la comparte con los vecinos de la otra casa del solar. En un futuro, “¿porqué no ponerle también agua instalando la canalización y grifos necesarios?”, me dice. Claro que sí Ana, lo lograrás.

Antes Amiduna trabajaba sobre la arena,
bajo un techo y unos bambús que se caían a pedazos. 
Ahora su taller está cerrado con bambú nuevo,
techo de chapas de zinc y un suelo de cemento.

Para ir terminando os presentaré otro ejemplo de un buen hombre, nuestro costurero Amiduna N´Falume, de 35 años, natural de Metuge, también de la etnia Macua, casado y con tres hijos (la más pequeña de 3 añitos), minusválido desde niño debido a una vacuna mal puesta que le paralizó su pierna derecha. A pesar de ello y de que camina con muletas, Amiduna es capaz de trabajar con su única pierna dándole al pedal de su máquina de coser en lo que hasta hace poco era apenas un “alpendre” (cobertizo, chamizo) que se caía a pedazos, situado en el barrio de Cariacó.  

A Amiduna, entre otros productos, le hemos enseñado a coser las bolsas estampadas para que sean reversibles, los lucidores bolsos para colgarse al hombro y nuestra última creación: las mochilas, que al principio le parecían un poco complicadas pero no por ello se arrugó. Ahora las cose divinamente y con una limpieza en el acabado perfecta.

Proceso de transformación y mejora de su taller.
Desde las paredes y el techo hasta lo último que ha sido acotarlo con un pequeño muro para cerrarlo
y aislarlo de agua y barro.

Cuando le conocimos, también a finales del año pasado, Amiduna trabajaba solo y en unas condiciones de habitabilidad muy insuficientes. Con el inicio de esta III Fase apostamos fuerte por él y, al igual que Ana, nos ha dado mucho más de lo que esperábamos y ahora se nos cae la baba al ver cómo su humilde tallercito se ha convertido en un pequeño recinto limpio, aseado, bonito que llama la atención de nuevas clientas, que acuden ante él a requerir sus servicios.

Es gracioso pero, como me contaba orgulloso un día Amiduna, el hecho de que la gente está viendo que está “cosiendo para una “incunha”(blanca) que viene hasta aquí (Cariacó no es zona de tránsito para un no local) les hace pensar que entonces es porque soy buen “alfaiate”. Pues claro que lo eres. Tanto que ha ampliado su negocio incorporando y enseñando a su hijo mayor, Mussa, de 18 años, que ahora se encarga de los trabajos sencillos que les demanda la gente del barrio como orillar una “capulana”, ajustar un pantalón… mientras su padre se dedica con nosotros a aprender a cortar (el patronaje es nuestro gran reto con ellos) y a coser artículos que desconocía y que él mismo puede también vender.

La mejora en su taller, como veis en las fotos, es también espectacular. Ahora es un recinto cerrado con bambú nuevo, techo de chapas de zinc, suelo de cemento, barandilla de bloques… y Amiduna se siente tan orgulloso y a gusto en su tallercito que ha decidido ir a trabajar ¡¡con corbata!! A nosotros nos da mucha risa sana el tema de la corbata, pero me pongo en su lugar, y le entiendo y me hace feliz. Ahora se siente un gran costurero. Por supuesto que lo es. Y buena persona donde las haya.

Amiduna, que ahora se pone corbata,
y su hijo Mussa trabajan felices en su tallercito
limpio, nuevo y con condiciones.


Parabéns Ana! Parabéns Amiduna! Vocês com o seu esforço e grande vontade são um orgulho para o projecto e todos nós. Muito obrigada.

Lara
Pemba, 7 de junio de 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario