¡Hola a
todos!
Tras
unas semanas complicadas en Pemba
en lo meteorológico, laboral y personal —llevo 11 días que se
dice pronto, sin agua en mi casa y eso afecta, os lo
aseguro—, no por ello hemos dejado de trabajar. Sin ir más lejos,
hoy sábado a las 8 de la mañana ya habíamos logrado llegar, eso sí
con alguna que otra dificultad porque seguimos teniendo cortado el
camino principal que nos saca de Nanhimbe,
a la Escuela de Ingonane
para realizar en directo nuestro programa radiofónico educativo “Eu também posso”, que emitimos
en las ondas de Rádio Sem
Fronteiras para todo Cabo
Delgado.
A nuestra llegada, un montón de crios nos esperaba ya impaciente.
Y comenzamos a preparar la clase bajo la atenta mirada de unas ventanas a rebosar.
La
Escuela de 1º y 2º Grado de Ingonane, situada en el enorme barrio
del mismo nombre de la ciudad de Pemba, es la primera vez que
participa en nuestro proyecto “O
Nascer da Criança do Amanhã”,
pero no es desconocida para mi ni para AHUIM.
Trabajé muy a gusto ahí cuando llegué aquí por primera vez en el
2010 con Médicos del
Mundo para ejecutar el
programa de Educación para el Desarrollo “A
Través de mis Ojos”, en el
cual también participaba la asociación como patrocinador. Hoy ha
sido mi reencuentro con viejos profesores y nuevos alumnos, y la
experiencia ha vuelto a ser fantástica.
Así se llenó la clase. Premio para quien sea capaz de adivinar cuántos chiquillos se metieron ahí.
No
tenéis más que ver las fotografías para haceros una idea de la
magnífica acogida que nos ha brindado Ingonane. Totalmente volcada
con nosotros. Una escuela grande que imparte los dos ciclos de
Primaria a unos 2.000 alumnos en horario incluso nocturno porque dispone
de energía eléctrica, que aún así sufre carestías materiales
como todas pero ligeramente mejor dotada que las escuelas de fuera de
la ciudad.
De hecho, este año han recibido algunos pupitres nuevos de madera maciza para un aula y, orgullosos y generosos, no han dudado en dejarnos precisamente esa clase para que realizáramos allí nuestra actividad con mayor comodidad.
De hecho, este año han recibido algunos pupitres nuevos de madera maciza para un aula y, orgullosos y generosos, no han dudado en dejarnos precisamente esa clase para que realizáramos allí nuestra actividad con mayor comodidad.
Comienza la fiesta. El presentador del programa inicia la emisión al ritmo de la música.
Y allí
que hemos montado toda nuestra “paraeta” radiofónica de cables,
mesa de sonido, micrófonos… casi sin espacio ni para movernos ni
para respirar. Increíble la cantidad de pequeñuelos que pueden
llegar a concentrarse en unos pocos metros cuadrados, unos pegados a
otros. Y cómo disfrutan, cómo se ríen, cómo se divierten en
cuanto les pones un poco de música y les das la oportunidad de ser
protagonistas micrófono en mano.
Al principio siempre hay un orden. Minutos después, nuestro técnico de sonido está ya casi sin espacio.
Hubo
cuentos, fábulas tradicionales, bailes y hasta premios porque cada
niñ@ que se atrevía a narrar su historia ante el auditorio recibía,
dado que estábamos en horario más propio de desayuno, unos paquetes
de galletas y unos caramelos. Eso hacía, claro, que todos quisieran
salir al escenario con más ganas.
Los niños narraron al micrófono sus historias y cuentos.
El más pequeñito de los "cuentacuentos", sólo 6 añitos.
Se lo pasaron bien, nos lo pasamos bien y todos nos fuimos con una gran sonrisa en la cara.
En fin,
unas horas de radio convertidas en una fiesta lúdica y divertida
para todos.
Beijinhos
e fiquem bem
Lara
Pemba,
12 de abril de 2014
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