¡Hola , hola!
Sigo aquí vivita y coleando de lo lindo cual
pececillo atrapado en una pecera. Y me sirvo del símil con el mundo acuático
porque literalmente estoy aislada en mi casa de Nanhimbe sin poder llegar —a no ser andando o nadando— ya no a Pemba ciudad, que dista unos 4
kilómetros en línea recta por la costa; sino ni siquiera a la aldea-playa de Wimbe, a apenas kilometro y poco,
debido a la brutal cantidad de agua caída con las lluvias de un día y otro y
otro… y sigue lloviendo. Intermitente, eso sí, nos suele dar unas horas de
tregua. Unos días diluvia por la mañana, otros por la noche, casi siempre todas
las tardes. Como ahora.
En fin, aunque no me puedo explayar todo el
tiempo que me gustaría contándoos cómo nos está afectando laboral y
personalmente la intensa temporada de lluvias de este año —como recordaréis, tengo
que dosificar la batería de mi ordenador— quiero que veáis, os hagáis una
ligera idea y hasta que os sonriáis con unas cuantas fotografías que he podido
tomar antes de que nos cortaran la carretera-camino de arena que une Maringanha
y Nanhimbe con Wimbe-Pemba. Todo en línea recta y único acceso terrestre.
Moto de nuestro logista. Azimo no pudo pasar.
Llegamos hasta donde podemos.
Los socavones en los
caminos-calles-carreteras es lo normal por estos lares dado que apenas hay
asfaltadas media docena de vías. Pero resulta que como la lluvia no para, un
inmenso hoyo —buraco o cova le llaman en portugués— se ha ido
haciendo más y más profundo, la tierra no absorbe toda el agua, la arena del
fondo por supuesto se ha convertido en barro al que los coches no se agarran y
total, que casi parece más un lago, con sapos y bichitos danzarines
revoloteando incluidos, que un charco que poder atravesar aunque se disponga de
un 4x4. Demasiado nivel de agua para que no entre en el motor o en el tubo de
escape.
Secuencia del rescate de un pequeño camión atrapado en un socavón que más bien parece un lago.
Así llevamos ya unos cuantos días, pensando
en aquello de “virgencita, virgencita…”
cada vez que pasábamos por el dichoso lago-charco y con una tensión extrema en
ambas manos aferradas al volante para lidiar con patinazos o lados (más) profundos.
Así hasta el lunes que definitivamente tuvieron que cortar dicho acceso, y con
ello dejar aislada por carretera a Nanhimbe. Ayer lo volvieron a abrir unas
horas mientras un tractor intentaba ganar terreno al charco cual Albufera
mozambiqueña, pero también se quedó enfangado (nosotros pasamos justo en ese
momento, de ahí la foto). Hoy sólo pasan los camiones, que son más altos, y los
Toyota Hilux, un modelo enorme y altísimo (y carísimo) de 4x4 que ya nos gustaría ya…
Después, el que quedó atrapado fue el tractor que
intentaba tapar el "lago" arrastrando arena.
Es lo que hay. Pero estamos bien, no os
preocupéis. Como decía aquél: “Estamos jorobaillos
pero contentos” y, además, tras la tempestad, siempre llega la calma. O un precioso
arco iris.
Precioso arco iris tomado desde mi casa mientras sigue lloviendo.
Beijos e até já
Lara
Pemba, 12 de febrero de 2014
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