Érase una vez, una
escuelita muy, muy, muy humilde situada en una pequeña aldea alejada
del centro de Pemba, la capital del norte de Mozambique. Los pequeños
alumnos que a ella asistían, más de 800, eran todos hijos de madres
y padres campesinos, pescadores, albañiles, carpinteros… muy
pobres y analfabetos en su mayoría, pero muuuy sabios porque sabían
que sus hijos tenían que aprender y educarse bien para labrarse un
buen futuro. La escuelita, que en el momento que nosotros la
conocimos no tenía luz, ni agua, ni letrinas ni casi de nada, se
llama Eduardo
Mondlane
y la aldeita Maringanha……
¡
Hola a todos ¡ Así podríamos comenzar nuestro particular cuento
para narrar las aventuras y desventuras del proyecto en la citada
escuela. Y me vais a permitir que me sirva del símil por lo
apropiado, dado que estas semanas andamos enfrascados con los críos
con los talleres educativos y creativos de fábulas, cuentos,
leyendas e historias; y, sobre todo, porque el cuento tiene final
feliz, como corresponde a un buen cuento:
…Y la escuelita
de Maringanha ya tiene luz, servicios y tras dos meses y medio de
espera, también tiene por fin agua. Y colorín colorado este cuento
se ha acabado.
Obras para colocar la puerta que protegerá la toma de agua.
La
buena nueva, la conexión de la toma de agua, nos la comunicaron ayer
mismo por teléfono mientras íbamos a trabajar a Muxara
y Mahate,
con lo que nos fue imposible llegar a tiempo a Maringanha para ver in
situ manar el líquido elemento y mostraros algunas fotos, pero lo
haremos. Lo que sí os mostramos son las obras que ya hemos comenzado
para colocar una puerta que proteja precisamente el contador y toma
de agua, que eviten los robos a cuenta de la escuela, y los primeros
brochazos de pintura que hemos podido dar cuando las lluvias nos han
dado tregua.
Comenzando a pintar las nuevas puertas de la EP1 Eduardo Mondlane.
Porque
sigue lloviendo. Chaparrones intermitentes de varias horas, que
comienzan en la madrugada y no suelen escampar hasta mediodía.
Entonces sale el sol, parece que sólo para comenzar su natural
ocaso, que es sobre las cuatro. Ésa es nuestra realidad
metereológica diaria. Ahora mismo llueve. Pero hoy es sábado y no
afecta al trabajo, sólo a nuestra vida personal, que se resiente un
pelín en casa (no tenemos televisión ni radio, nuestro ocio es
lectura, escritura, oir música y las tareas del hogar).
Ocasos en Pemba, sin Photoshop.
Como
os decía unos párrafos arriba, la actualidad en cuanto a la parte
educativa del proyecto se centra en los Talleres
de Cuentos,
en los que intentamos abarcar todos los aspectos: desde la
estimulación a su creación o redacción de las historias que los
críos saben contar pero no así expresar por escrito; pasando por la
ilustración y recreación imaginaria mediante dibujos, hasta la
narración y teatralización frente al auditorio del resto de
compañeros.
Machude Saide, 15 años, narra a sus compañeros el cuento del hombre llamado Namarasotha.
Estos
talleres, al exigir que los alumnos cuanto menos tienen que saber
leer y escribir en portugués, acordamos por sugerencia de los
equipos directivos de las escuelas impartirlos con grupos de 6ª y 7ª
clase (segundo y último ciclo de Primaria), con lo cual los
ejecutamos en las EPC
Maringanha, EPC Muxara y EPC Wimbe.
En las otras dos, la Eduardo Mondlane y la de Mahate, trabajamos con
alumnos de 5ª clase que a duras penas se defienden con el portugués,
con lo cual las didácticas que aplicamos son un poco más infantiles
y muchas de manualidades.
Críos de Nanhimbe curiosean el trabajo de nuestros alumnos.
Pero
a lo que iba, los talleres de cuentos creativos con los más
mayorcitos nos están dando gratas sorpresas como descubrir críos
con un potencial artístico y sobre todo unas ganas tremendas de
destacar y que, en mi modesta opinión, no es más que su particular
forma de reclamar que quieren que les hagan caso y les den la
oportunidad de expresarse, de ser protagonistas, incluso de presumir
de su habilidad ante el resto.
Paso a paso, proceso de ilustración de la fábula de la Gacela y el Caracol.
Al final, narración de la fábula ya ilustrada ante la clase.
“O
Nascer da Criança do Amanhã”,
un pequeño proyecto pero que aúna los sueños de muchos, de ellos y
de nosotros, se las intenta dar. Y ellos nos responden con gratitud,
alegría y tremendas sonrisas. Para los que trabajamos, nos
preocupamos y sobre todo amamos a “esos
locos bajitos”,
que decía Serrat, no hay recompensa más placentera que la risa de
un niñ@.
Rema Aquemo, de 11 años, muestra orgullosa su dibujo para el cuento.
La sonrisa de Eugenio Elias Araujo, de 12 años, lo dice todo.
Cambiar
el futuro asignado y mejorar las condiciones de vida de millones de
niños que un día serán adultos es una tarea ardua, complicada,
lenta y hasta pueda parecer un tanto utópica. Pero no por ello hay
que dejar de intentarlo, ¿no creeís?
Um beijo bem forte para vocês e seguimos juntos
Lara
Pemba,
23 de Febrero de 2013
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